Las grandes tradiciones avalan la utilización del sonido como agente sanador. En la literatura védica, el sonido es el aspecto más importante de la curación, más que cualquier otra cosa. Así, Om es un mantra –instrumento de la mente– y hace referencia al sonido primordial que dio lugar al universo. Se pronuncia en todos los rituales y se espera de él un efecto benefactor.
Las personas somos capaces de distinguir entre aquellos sonidos que nos benefician y aquellos que nos perjudican y tenemos además la capacidad de adaptarnos para responder a ellos. Estas respuestas afectan a los estados físicos, emocionales, mentales y espirituales (en un sentido amplio).
Para comprender el efecto sobre la salud del sonido y de la música, primero hay que conocer sus características. La música está compuesta por silencios y sonidos, y éstos, por tonos (o notas musicales) y armónicos. Cuando se golpea un gong, por ejemplo, se produce un tono fundamental, con una determinada frecuencia vibratoria, que resuena por la superficie del instrumento y produce sus armónicos. La combinación de tono y armónicos da lugar al timbre, que es peculiar de cada instrumento y de cada voz. Por último, la sucesión de notas a una velocidad determinada produce armonía y ritmo musicales.
Las frecuencias vibratorias actúan sobre la mente y el cuerpo, por eso la música ha sido utilizada desde siempre como terapia para curar o prevenir enfermedades. Podemos estimular un gran número de vibraciones por simpatía (resonancia) en el interior de nuestro cuerpo y de nuestra mente aprendiendo a dirigir y controlar nuestra voz y utilizando ciertos instrumentos musicales, tono y clases de música. Poseemos la capacidad de hacer resonar toda vibración de sonido o responder a ella, ya sea positiva o negativa. Debemos mantenernos alerta a los sonidos de nuestro entorno y tratar de filtrar en nuestro campo sólo los sonidos beneficiosos.
Por ejemplo, resulta imposible no estremecerse ante el canto de la voz grave de los monjes tibetanos, cuyo objetivo es que cada frecuencia vibratoria actúe sobre un aspecto del ser humano. Los tonos fundamentales bajos lo hacen sobre el cuerpo físico, y los armónicos, sobre la mente.
Otro ejemplo lo tenemos mucho más cerca, en el Hospital Universitario de Canarias, donde la Asociación Prematuros sin Fronteras aplica las nanas con latidos del corazón introduciendo un pequeño altavoz dentro de las incubadoras, así como en sonido ambiental, para que puedan recibir sus beneficios aquellos bebés que están en cunas térmicas o convencionales. La terapia se aplica una media de tres veces al día durante 15 minutos en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales. Además tienen como objetivo a corto plazo incorporarlo también a la Unidad de Vigilancia Intensiva Neonatal, así como a la UVI pediátrica del citado centro hospitalario.
El sonido constituye un medio efectivo para alterar los campos e impulsos electromagnéticos de una persona o un medio, de forma que podemos utilizarlo como ayuda para el restablecimiento del equilibrio y así aliviar el dolor o acelerar la curación.
Ayuda en la concentración, la relajación, el aprendizaje, la creatividad y el aumento de la comprensión de los estados psíquicos.
sábado, 18 de abril de 2009
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