También Internet tiene los ingredientes necesarios para estimular el desarrollo de relaciones sólidas y afectuosas.
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En las interacciones cara a cara, es fácil formarnos una impresión de la otra persona con rapidez. Sin embargo, en la red, pueden darse altibajos debido al propio medio de expresión.
Muchas de las relaciones que se establecen en Internet comienzan como amistades, posteriormente se comparten intimidades, esperanzas, temores o fantasías, lo cual acerca a esas personas, haciendo que el afecto crezca en intensidad y profundidad. Las conversaciones se van ampliando y se produce una comprensión de los sentimientos de la otra persona, hasta llegar al establecimiento de un romance. En ese momento, lo natural es que haya una mayor necesidad de interacción real y que se propicie rápidamente un encuentro, aunque puede posponerse o no llegar a acontecer.
Es así como se desarrollan vínculos afectivos que están adquiriendo un lugar importante en nuestra cotidianidad. Ya no es extraño escuchar conversaciones en las que se hace referencia a romances mantenidos por Internet o tener amigos o familiares que mantienen relaciones computerizadas o que han encontrado a su pareja a través de este medio.
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