miércoles, 6 de mayo de 2009

¿Qué entendemos por autoestima?

He de decirles que antes de escribir sobre este tema, he dudado sobre la conveniencia de hacerlo. La razón es muy simple: se ha escrito demasiado sobre esta materia y bajo mi opinión muchas veces de forma poco acertada. Sin embargo, he tomado la decisión de arriesgarme y tratar de compartir con ustedes algunos conocimientos adquiridos a lo largo de mi trayectoria como persona y como profesional de la psicología y la terapia biogestalt.
Primero, he de decirles que me he llevado una gran sorpresa al darme cuenta que este término no aparece definido en el diccionario de la Lengua de la Real Academia Española (no al menos en el que yo tengo de dos tomos, vigésima primera edición, del año 1997 y no es porque le falte ninguna página). Sí está definida la estima como la consideración y aprecio que se hace de una persona o cosa por su calidad y circunstancias, pero ¿y qué hay de la consideración y aprecio hacia uno mismo?
Según Abraham H. Maslow, es imposible la salud psicológica a no ser que lo esencial de la persona sea fundamentalmente aceptado, amado y respetado por otros y por ella misma.
La función de los padres es despertar el afecto en su hijo, quererlo y aprender a quererlo. Darle la confianza básica que necesita para un buen desarrollo de la autoestima y afrontamiento de la vida.
Aunque se trata de una historia sin culpables, es evidente que los padres pueden alimentar la confianza y el amor, transmitiéndole al niño que creen en su capacidad, creando un ambiente en el cual se sienta seguro o colocar obstáculos en el camino del crecimiento de la autoestima, transmitiéndole que no es suficiente, humillándole, controlándole mediante la vergüenza o la culpa, sobreprotegiéndole, educándole sin normas o con normas contradictorias, confusas y opresivas, con violencia física, etc.

Nathaniel Branden define la autoestima como la experiencia de ser aptos para la vida y para sus requerimientos. Más concretamente como la confianza en nuestra capacidad de pensar y de afrontar los desafíos de la vida y la confianza en nuestro derecho a ser felices, el sentimiento de ser dignos, de merecer, de tener derecho a afirmar nuestras necesidades y a gozar de los frutos de nuestros esfuerzos.

Como adultos, aún teniendo nuestra autoestima dañada, podemos iniciar un proceso de sanación: en la medida que vamos conociéndonos, vamos aceptándonos tal como somos y de esta manera, se sustituye lo que "yo quiero ser" por lo que "yo soy".

Así, podemos definir la autoestima o autoreconocimiento, como la capacidad de percepción y aceptación de uno mismo.

Tratarse con cariño es indispensable, absolutamente necesario, tan necesario como comer y respirar, para poder estar vivo psíquicamente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente artículo sobre este tema tan manido.Me parece una aportación muy interesante y profunda. Un saqludo

Aida Esther Pérez Lorenzo dijo...

Gracias anónimo!
como siempre me anima saber que para alguien es útil la aportación que desde este medio puedo hacer,
un saludo.